viernes, 24 de abril de 2009

Bisilla

La industria mobiliaria, como ente económico, se ocupa de producir muebles para las mayorías pues el negocio está en la producción masiva. Las minorías no son negocio. Pero siempre hay alguien que rompe las reglas y le importa un bledo el mercado, la rentabilidad, el negocio, es decir, la lana. Tal vez lo hace por orgullo o por simple rebeldía, pero las minorías se ven beneficiadas de estos locos benefactores. Tal es el caso del inventor de la bisilla. Este singular objeto es una peculiar silla de doble asiento, de ahí su nombre, apropiada para que se sienten los siameses. Obviamente tiene también doble respaldo y 6 patas. Parece un insecto de patas flacas. La aceptación de este invento ha hecho que las ventas se hayan elevado más allá del reducido mercado de los siameses, y ha sido comprado por mucha más gente. Dicen que muchos lo usan como un loveseat y es muy codiciada por los amantes indesprendibles.
Esto ha hecho que su inventor desarrolle una segunda versión y recientemente ha sacado al mercado su modelo de 8 patas. Básicamente son dos sillas unidas por un complicado mecanismo tipo bisagra con extensiones flexibles y contráctiles, para permitir que ambas se puedan abatir en un grado variable de giro hasta incluso quedar los respaldos dándose la espalda. Esta segunda versión ha sido diseñada con el objetivo primario de ir acostumbrando a los siameses recién separados que la fuerza de la costumbre los hace buscar sentarse juntos y las sillas individuales no satisfacen sus necesidades psíquicas, pues le ahonda su sentimiento de escisión que los sumerge en un estado profundo de amargura. El abatimiento gradual de las sillas los va adecuando paulatinamente a su independencia. El mecanismo bisagra se puede separar fácilmente, pues tiene un cabezal como el que une los vagones de un tren que se puede desensamblar con un simple movimiento hacia arriba y permite liberar las sillas y que cada uno se quede con su parte sin afectar al otro, si se aferran a su silla como propiedad irrenunciable. Los anuncios de las bisillas abatibles están inclusive mostrando usos más allá de las necesidades de las siameses (seguramente el inventor espera que un mercado más amplio compre su producto), como su utilidad para acomodarse en esquina de ángulo no recto, o para configurar con varias sillas una formación geométrica especial en las salas de espera, pero ya el publico consumidor decidirá si esta silla tendrá el mismo éxito que su antecesora.