lunes, 29 de junio de 2009

Con rumbo al cierre...

Como es del conocimiento de todos ustedes, este jueves y viernes próximos pasados hemos concluido la cuarta sesión de seis, en el marco de la Tutoría en narrativa que imparte Alberto Chimal.

En este sentido, y con motivo de ir perfilando los posibles productos de la tutoría, se acordó que cada participante seleccione algunos de los textos que han venido trabajando (puede ser a partir de uno solo), con la encomienda de que tal texto o textos sean los que se vayan afinando con rumbo a las dos sesiones restantes, y de ser posible conformen la selección de textos dentro del género de cuento que, mediante la valoración del tutor, se presente a la editorial La Rana.

Así, pues, estamos a buen tiempo para enfocar cada quien el rumbo de su participación en la Tutoría. No queda sino seguir trabajando con dedicación y entusiasmo.

LAS PIERNAS DE FRANCISCO

Después de todo, sí pesan estas piernas —piensa Francisco mientras atraviesa el zócalo—, ya me empiezan a lastimar el hombro. Dicen que salí perdiendo, que no valen tres semanas de trabajo, pero yo no estoy de acuerdo. Esta noche las meteré en mis cobijas y mis manos sentirán su tersura que se hará tibia con mis cuerpo… De pronto, al descender de la banqueta, se oye un rechinido de llantas. Francisco da tres vueltas en el aire y cae sobre las piernas de su maniquí que se revientan en guijarros, como los de una piñata.

martes, 16 de junio de 2009

Cambio de fechas sesión del mes de junio

Por motivos de causa mayor, la siguiente sesión de la Tutoría en narrativa con Alberto Chimal se reprograma para los días: viernes 26 (16:00 a 20:00 hrs.) y sábado 27 (10:00 a 20:00 hrs.) de junio, en el Centro de las Artes de Guanajuato.

lunes, 1 de junio de 2009

PEDIDO PARA LLEVAR

En un pequeño restaurante leía el periódico sobre una balacera que se había desatado la noche anterior, cuando un tipo entró y se acercó a la barra.
—Hola.
El encargado, que estaba entretenido preparando una torta, levantó la cara y al descubrirlo hizo un gesto de sorpresa y temor.
—Ho-ola —dijo y guardó silencio un momento con los ojos muy abiertos y agregó—Como están las cosas, te creía lejos.
El tipo no contestó, solo esbozo una sonrisa y alzó los hombros.
—¿Y a que se debe el honor de..?
—El hambre Chuy, no hay muchos negocios abiertos.
—Andan bien duros. Acá no nos obligaron a cerrar. ¿Te quieres sentar en el privado?
—No’mbre, prefiero afuera, es mejor.
—Bueno, como quieras—. Dijo aun más temeroso el encargado.
—Tranquilo Chuy, yo sé lo que te digo, es mejor acá, a la vista. No me voy a tardar mucho, sólo dame una de las que me gustan y una coca.
Una patrulla pasó por la calle. El encargado se puso aún más tenso. El tipo se dirigió hacia las mesas que estaban junto a la banqueta, protegidas por el sol con sombrillas verdes. El encargado llegó con una coca.
—¿Y que vas a hacer?
—Por lo pronto nada. Hay que dejar que las cosas se calmen. Tú sabes, son unos perros y si te mueves… pues…
—Sí, entiendo.
El encargado se fue hacia su pequeña cocina a preparar la torta. El tipo sacó un cigarrillo y empezó a fumarlo lentamente mientras observaba los autos que pasaban. Su mirada seguía a una que otra patrulla que pasaba velozmente. De pronto giró la cabeza y se me quedó viendo. Sentí un profundo escalofrío, pero su semblante era tranquilo.
—¿Ya no ocupa su periódico, amigo?
—Eh, este, no.
—¿Sí me lo permite?
—Eh, sí. —Se levantó y se acercó a mi mesa. Lo tomó y esbozó una leve sonrisa e inclinó levemente la cabeza al tiempo que decía— Gracias.
Regresó a su mesa y se puso a leer despreocupadamente. Llegó su torta. Sin dejar de leer el periódico la devoró. Luego se levantó. Me devolvió el diario.
—Gracias amigo, —me dijo y se dirigió al encargado.
—Ya me voy Chuy. Me saludas a Carmela.
—Si, gracias.
—Toma, cóbrate.
—No güero, yo invito.
—Está bueno. Pa´la otra me pongo guapo… Digo, cuando las cosas ya estén más tranquilas.
Se metió los billetes a la bolsa de su chamarra y salió tranquilamente. Yo lo seguí con la vista hasta verlo desaparecer en la esquina próxima. El encargado me trajo mi segundo pedido, pero le solicité que mejor me lo pusiera para llevar. Ya no tenía ánimo de seguir comiendo.